Beppo Barrendero

Hola,

La Historia Interminable es un libro sobrevalorado.

¡Hala! Ya lo he dicho.

A ver, que me gustó mucho, que menos mal que lo leí de niño porque a estas alturas de la vida esos colores verde y rojo de las letras hubieran acabado con mi vista, que la película molaba un montón (aunque solo contara la mitad de la historia), que sin imaginación no hay futuro, que qué bonito vivir en Fantasía…

… Y ese es el problema.

Hay quien no ha salido de Fantasía todavía y ese libro tiene parte de la culpa.

La historia buena, buena, pero buena, buena de verdad de Michael Ende es Momo.

Y lo es porque, si has leído Momo, te has llevado conocimiento práctico para tu vida real.

No ese conocimiento válido para sobrevivir en Fantasía un mes con una navaja suiza y una lata de anchoas, sino conocimiento del que te ayuda a sobrevivir a tu vida emprendedora.

En Momo no hay dragones voladores con cabeza de perro, ni un caballo blanco que corre más que La Nada, ni tampoco un héroe protagonista con el que todos soñábamos ser.

Todo lo contrario. Nadie quería ser Momo, con ese abrigo andrajoso y ese kiriki en el pelo como de haber dormido 14 horas.

Mi personaje favorito era Beppo, el barrendero. Y la lección de vida que da en el libro no la he olvidado desde que era niño y me ha ayudado desde entonces siempre que me he tenido que enfrentar a una tarea compleja.

Beppo barría todos los días la misma calle, con constancia y sin queja.

No me siento capaz de igualar la labor pedagógica de Michael Ende, así que mejor que te lo explique él mismo:

“Cuando Beppo barría las calles, lo hacía despacio, pero con constancia. Mientras iba barriendo, con la calle sucia ante sí y limpia detrás de sí, se le iban ocurriendo multitud de pensamientos, que luego le explicaba a su amiga Momo:

– Ves, Momo –le decía, por ejemplo-, las cosas son así: a veces tienes ante ti una calle larguísima. Te parece terriblemente larga, que nunca crees que podrás acabarla.

Miró un rato en silencio a su alrededor; entonces siguió:

– Y entonces te empiezas a dar prisa. Cada vez que levantas la vista, ves que la calle no se hace más corta. Y te esfuerzas más todavía, empiezas a tener miedo, al final estás sin aliento. Y la calle sigue estando por delante. Así no se debe hacer.

Pensó durante un rato. Entonces siguió hablando:

– Nunca se ha de pensar en toda la calle de una vez, ¿entiendes? Sólo hay que pensar en el paso siguiente, en la siguiente barrida. Nunca nada más que el siguiente.

Volvió a callar y a reflexionar, antes de añadir:

– Entonces es divertido; eso es importante, porque entonces se hace bien la tarea. Y así ha de ser.

Después de una nueva y larga interrupción, siguió:

– De repente se da uno cuenta de que, paso a paso, se ha barrido toda la calle. Uno no se da cuenta cómo ha sido, y no se está sin aliento.

Asintió en silencio y dijo, poniendo punto final:

– Eso es importante.”

Sí, lo has adivinado, con tu estrategia de Email Marketing ocurre lo mismo.

Si miras todo lo que te queda por hacer, te agobias y piensas que no vas a poder abarcar esa tarea.

Todos hemos pasado por ahí.

Sin saber qué lead magnet es el que mejor funcionará, qué emails enviar y que conviertan a tus suscriptores en clientes, qué decir en tus páginas de ventas…

No hay fórmula mágica para esto, aunque sí una forma de hacer bien las cosas. Como Beppo. Paso a paso.

Así que, tienes dos opciones:

Primera opción. Coger la escoba por tu cuenta y barrer la calle paso a paso

Es la opción preferida por la inmensa mayoría. Consiste en que cojas una escoba, una calle y empieces a barrer.

No tiene coste económico, aunque sí de tiempo.

El riesgo es que te equivoques de escoba… o de calle para barrer.

Segunda opción. Te ayudo a barrer

Puedes aprovecharte de mi experiencia acumulada dedicado en exclusiva desde 2015 como consultor de Email Marketing y enviando más de 10 millones de emails al año.

Te garantizo que es un trato justo. Sobre todo para ti.

https://remitentes.com

Un abrazo,

Paco Vargas

Email Marketing & Automatización