Hola,
Pues ha vuelto Partyline.
Y, antes de entrar en detalles, vamos con un disclaimer para millenials y veteranos desmemoriados.
Hubo un tiempo (quiero creer que no tan lejano) en que no existían las tarifas planas.
¿Querías Internet? Paga por las llamadas (sí, si utilizabas Internet, no podías usar el teléfono en casa) o compra bonos por horas.
¿Querías hablar por teléfono? Paga el establecimiento de llamada y una tarifa por minutos variable por el teléfono adonde llamaras (local, provincial, nacional, internacional… o al Partyline) y la hora del día.
¿Querías utilizar el teléfono? Tocaba negociar con tus padres, que eran los que pagaban las facturas.
Era algo muy educativo desde el punto de vista financiero, ya que tus padres te hacían partícipe de la economía familiar. Normalmente en forma de descuento en la paga semanal de los excesos cometidos durante el mes.
En este entorno hostil para el consumidor apareció en los primeros 90 Party-Line, un sistema telefónico público de conferencias múltiples que posibilitaba a un grupo de hasta diez usuarios, que usualmente no se conocían, conversar simultáneamente.
La gente llamaba a aquellos teléfonos para conocer a otras personas, para ligar, algunos sólo para insultar o buscar follón, otros por curiosidad y muchos porque se sentían solos y necesitaban hablar con alguien.
Sí, como una red social antes de que existieran las redes sociales.
La mayor parte de los niños, los adolescentes y los jóvenes de aquel momento llamamos al menos una vez a ese teléfono porque nos picaba la curiosidad. Aquello de oír y poder hablar con varias personas a la vez, a las que no conocías absolutamente de nada, era algo como muy futurista y peliculero. Eso sí, colgábamos rápido porque se oían historias rarísimas de padres que casi asesinan a sus hijos tras recibir millonarias facturas telefónicas. Era nuestra manera de vivir al límite.
Y, si creías que lo de que espíen tus conversaciones es cosa de este presente distópico que nos ha tocado vivir, deja de sentirte especial porque ya en el Partyline había “moderadores”.
¿Y por qué te cuento todo esto?
Pues porque, a lo mejor no te ha llegado el ruido alrededor de una nueva red social llamada Clubhouse, que es el Partyline, pero sin factura telefónica y solo para gente con iPhone (al menos de momento).
Una App donde hablar (no escribir, no enviar fotos) con otros usuarios en salas.
Y otra cosa que tampoco ha cambiado es que la gente se ha vuelto loca con esto: gente que se compra un iPhone solo para tener esta App (lo han visto estos ojitos) y hasta expertos que te van a enseñar los secretos de la App…
Expertos… de una App que apenas tiene un año de vida. ¿Serán las mismas personas que se gastaron un pastón en el Partyline y por eso son ya expertos?
Puede ser. No lo sé.
De lo que sí estoy seguro es de que ya está todo inventado y que la gente no cambia.
Y de que no tienes que perder la cabeza con reinventar la rueda.
¿Sobrevivirá Clubhouse? Puede ser. ¿La vas a seguir utilizando dentro de unos meses? Creo que no ¿Puedes aprovecharte de la novedad? No tengo dudas, pero tampoco pruebas. ¿La voy a utilizar? Me gustaría, pero no va a ser una prioridad.
Al menos no mientras tenga una forma mucho mejor de llegar a todos mis suscriptores (aunque no tengan un iPhone, ni siquiera un teléfono móvil) y que no me requiera posturear ni disponer de un tiempo que no tengo.
Porque, además de meterme en una sala virtual con desconocidos, tengo un negocio que gestionar.
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Un abrazo,
Paco Vargas
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