Hola
Hace unos días hablaba con unos amigos sobre los peligros de Internet para nuestros hijos. Los tres nos dedicamos profesionalmente en ámbitos tecnológicos, de marketing digital y ciberseguridad.
Ahora que todo el mundo ha descubierto Internet y que dicen que es el futuro (¿a ti también te flipan los expertos digitales que parece que ayer todavía vivían en una cueva?), a mí me ha entrado un poco (llamémoslo) la cautela.
Todo derivó en la típica conversación que quitaría el sueño durante días a cualquier padre mínimamente responsable. Pero no fue ese el error que cometimos.
En realidad, nuestro error fue que ahora hablamos igual que nuestros padres. El miedo que nos entró eran los típicos a que a nuestros hijos los captara cualquier desconocido en Internet o les engañaran en la próxima compra.
Y cada solución que se nos ocurría al problema era mucho más restrictiva de las libertades individuales y civiles de nuestros herederos.
Hasta que, desesperado ante la perspectiva de no dormir nunca más para poder proteger a mis hijos de todos los males del mundo, recordé algo.
“A ver, chicos, ¿os acordáis de cómo empezamos nosotros en Internet?”.
La historia tiene que ver con un ordenador público en el que compartíamos información privada y… bueno, quizás el resto de la historia te la cuente otro día si sigues por aquí. Baste decir que la protección de datos y la seguridad personal eran cuestiones que ni siquiera existían… y bastante poco pasaba para cómo estaba el patio.
La conclusión es que las cosas no son muy distintas a los comienzos de Internet, incluso a antes de que Internet fuera siquiera una idea.
Y eso incluye a la gente que va de experta, pero que en realidad acaba de llegar de la última formación de moda.
Es decir, los tramposos de toda la vida. Los estafadores.
Esta semana me he dado de alta en un training de un “experto” en lo de siempre.
¿Qué es lo de siempre? Te dicen que te van a enseñar a hacer un funnel (el embudo de toda la vida, pero en inglés, que mola más), aunque en realidad se trata de un curso de Facebook Ads + ActiveCampaign + (algo que se parece pero no es) Email Marketing.
Hasta aquí todo bien. Nada malo en esto.
Pero, ¿por qué sé que no es un “experto”? Fácil. Su proceso de suscripción fue una trampa de cabo a rabo:
- El checkbox de aceptación de la política de privacidad en el formulario de suscripción venía marcado por defecto.
- Su política de privacidad está mal. No se sabe dónde reclamar.
- El email de bienvenida me llegó sin haber recibido el email de confirmación.
- Ayer era youtuber y hoy es experto en embudos de captación de leads con tráfico de pago en redes sociales.
- Ha montado una agencia en una semana, cuando cualquiera que haya montado una empresa sabe que es un infierno burocrático no inferior a 2 meses.
Pero lo que terminó de delatarle como “experto” fue un error que cometió y que le está costando mucho dinero.
Y presumía de ese error sin ser consciente del dinero que le costaba.
Es un error de cálculo que hace que muchos negocios online vivan con el agua al cuello siempre.
Las buenas noticias es que es un error fácilmente subsanable. Apenas necesitarás unos pocos clics.
Los primeros clics pasan por aquí:
Un abrazo,
Paco Vargas
Email Marketing & Automatización
PD. El error de arriba te permite ganar dinero pronto y rápido… pero nunca más. Tendrás que seguir comprando publicidad para seguir haciendo clientes. A no ser que seas un trampas, que tampoco te creas que te va a servir de mucho.
La solución, muy sencillla, en el enlace de arriba.
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