La mayoría de mis clientes se acercan a conocer mis servicios porque no saben qué hicieron mal. Muchos de ellos se apuntaron a esto de tener una web hace ya muchos años pensando que estarían a la última y que eso se convertiría en la ventaja definitiva con respecto a sus competidores. Pero nada cambió en realidad. Sí, algunos clientes les comentaron que habían acertado con su estrategia, que la página estaba muy bien y que todo les parecía muy moderno.
Pero los clientes no aumentaban. Seguían igual.
Sin embargo, las noticias llenaban espacios con personas como ellos que habían revolucionado sus negocios gracias a Internet. ¿Por qué a él no le funcionaba?
La respuesta es muy sencilla. En Internet no se trata de estar, ni de parecer, sino de ser.
La diferencia es muy sencilla. Muchos se sorprenden cuando les digo que, aunque no tengan perfiles en redes sociales o incluso página web (algunos ni siquiera tienen ordenador), ya están en Internet. Se lo demuestro tecleando el nombre de sus empresas o los suyos propios en Google. ¡Oh, sorpresa! Ahí están. Y lo peor de todo es que la mayoría de las veces salen por comentarios negativos. Comentarios negativos que nadie está haciendo nada por paliar. Siempre injustos, pero ahí están perennes en Google. Al alcance de cualquiera.
En definitiva, están pero no son. Ni siquiera parecen ser.
Y todavía es peor. No están sólo en su barrio o ciudad. Compiten contra el mundo.
Algunos se vienen un poco abajo. Si no tengo tiempo casi para gestionar mi negocio físico, ¿cómo voy a sacar tiempo para ser en Internet si no tengo ni idea de informática?
¿Te suena?
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